El Comportamiento Humano
El
comportamiento humano en su totalidad son las acciones de las personas
en el ambiente físico y social en el que se encuentra.
Se ve afectado
tanto por factores externos e internos, debido a esto posee variantes
que le regulan, aumentan o disminuyen el rendimiento para con la
sociedad a través del tiempo.
Dentro de los que pueden considerarse como factores que afectan el rendimiento, se tiene el stress, ya que este genera un desgaste en su capacidad laboral y así perjudica la producción.
El
comportamiento de la persona, puede llegar a caer dentro del rango de
lo que es visto como lo común, lo inusual, lo aceptable y por fuera de
los límites aceptables.
En sociología el comportamiento es considerado
como vacío de significado, no dirigido a otro sujeto y por lo tanto una
acción esencialmente humana.
El comportamiento humano no puede
confundirse con el comportamiento social que es una acción más
desarrollada y que está dirigido a otro sujeto.
La aceptación del
comportamiento es relativamente evaluada por la norma social y regulada
por diferentes medios de control social.
Las
disciplinas académicas que se encargan del estudio del comportamiento
humano son la psicología, la sociología, la economía, la antropología,
la criminología y sus diferentes ramas.
El ser humano ha evolucionado para ajustarse a un mundo diferente, un
mundo que terminó hace 20.000 años. No hemos cambiado mucho durante este
período, aunque parezca demasiado tiempo desde nuestra perspectiva.
La prehistoria ocupa todo este período, desde los cazadores-recolectores a lo largo de los comienzos de la civilización, hasta las revoluciones agrícola, industrial
y otras, y nos hemos acostumbrado a pensar que los seres humanos del
siglo xx en la sociedad occidental somos muy diferentes de los que
vivían en la antigüedad remota: los cavernícolas, los
cazadores-recolectores y los que vivían justo antes de la revolución
agrícola, mucho antes de la civilización.
Esta presunción es la versión
corriente del pensamiento conmocionado de los tiempos de Darwin, cuando los ciudadanos de la Inglaterra victoriana
no podían simplemente adaptarse a la idea de que eran parientes de los
monos.
A la mayoría de los seres humanos les ocurre lo mismo:
seguramente han trascendido las acciones y reacciones de aquellos
salvajes incivilizados. Pero para cualquiera que sea consciente de los
recientes descubrimientos sobre la evolución humana,
nuestra escala del tiempo tiene que ser reajustada.
Los seres humanos y
nuestros antecesores han evolucionado durante un periodo que ha durado
millones de años.
Los últimos 20.000 años constituyen una insignificante
porción de tiempo en términos evolutivos: no ha habido tiempo para
aumentar el desarrollo de nuestras capacidades mentales, de nuestra
capacidad para enfrentarnos a los desafíos del entorno, de nuestra
capacidad para pensar, razonar y crear.
Somos las mismas personas que
fuimos diseñadas para vivir cuando nuestra especie la componían unos
cuantos grupos de miles, que vagaban por las sabanas del este de África.
Estábamos diseñados para responder rápidamente al peligro inmediato:
los que vivieron suficientemente para generarnos.
En nuestra época los
peligros son de otra clase y nadie está preparado para contemplar 15.000
asesinatos durante la adolescencia.
Nuestro mundo ha cambiado
radicalmente en el periodo de nuestras propias vidas con la informática, los viajes espaciales, la amenaza de guerra nuclear.
Todos estos cambios no tienen precedentes y sin embargo, tenemos el
mismo sistema mental que teníamos desde hace decenas de miles de años;
un sistema que intenta, frente a cualquier acontecimientio, mantener las
cosas en orden, simples y claras.
El ser humano es un animal que desea e
intenta desesperadamente hacer su vida tan rutinaria y estable como le
es posible, aferrándose a presunciones y paradigmas fijos, mientras que
el mundo sigue cambiando ininterrumpidamente.
El Espacio Vital
Planteado por Kurt Lewin (1890-1947) quin fue influido por el psicoanálisis de Freud,
por la escuela de la Gestalt y por su gran interés en la motivación.
Su tarea consiste en investigar el comportamiento del individuo en particular, dado que las generalizaciones pueden o no ser útiles para aplicar a un sujeto específico.
Según Lewin todos los hechos psicológicos, aunque se trate de un suceso aislado, están regidos por leyes.
La conducta para Lewin es la función de una persona en su ambiente y ambos elementos son variables dependientes entre sí.
Una persona percibe su ambiente en función de su estado de desarrollo, su personalidad y sus conocimientos y un contexto inestable lo hace inestable, de manera que para comprender el comportamiento de cada uno es necesario tener en cuenta todos los factores personales y del ambiente interactuando entre si, denominado en esta teoría espacio vital.
Su tarea consiste en investigar el comportamiento del individuo en particular, dado que las generalizaciones pueden o no ser útiles para aplicar a un sujeto específico.
Según Lewin todos los hechos psicológicos, aunque se trate de un suceso aislado, están regidos por leyes.
La conducta para Lewin es la función de una persona en su ambiente y ambos elementos son variables dependientes entre sí.
Una persona percibe su ambiente en función de su estado de desarrollo, su personalidad y sus conocimientos y un contexto inestable lo hace inestable, de manera que para comprender el comportamiento de cada uno es necesario tener en cuenta todos los factores personales y del ambiente interactuando entre si, denominado en esta teoría espacio vital.
Adaptación al Medio Ambiente
Según Jean Piaget la adaptación es "La capacidad de modificar el medio ambiente según nuestros fines".
Es decir, de organizar nuestras estructuras mentales todas las
experiencias y sensaciones de adaptarnos al medio que nos rodea.
En las primeras etapas de la vida (infancia y adolescencia)
el proceso de adaptación funciona a pleno rendimiento. La escolaridad, educación
y demás aprendizajes, no son más que útiles que el sujeto adquiere para
adaptarse a la vida futura.
Posteriormente, en la edad adulta, en teoría disminuye el
ritmo de adaptación. Se supone que el individuo ha llegado a la «madurez»,
alcanzando un determinado status social y mantienen un equilibrio con su medio
ambiente.
Por último, en la tercera edad tiene que poner nuevamente en
marcha sus mecanismos de adaptación para amoldarse a una situación
indudablemente más penosa: el declive físico, la vejez y la muerte próxima.
Naturalmente, esta evolución no es tan sencilla como se ha
expuesto. En cada etapa, de hecho, surgen infinidad de conflictos que pueden
conducir a un terreno equivocado, provocando incluso situaciones patológicas,
que son objeto de la psicopatología infantil, del adulto y geriátrica.
En términos muy generales, la adaptación psíquica es el
acoplamiento psicológico a un cambio más o menos sustancial. Este cambio puede
tener lugar en la persona misma (por factores endógenos) o en el medio en que
ésta se desarrolla (por factores exógenos).
Entre los cambios endógenos más comunes están las
enfermedades. El individuo, cuando está enfermo, ha de adaptar su psiquismo a
una serie de circunstancias, como el dolor, el sufrimiento, el miedo a la
muerte, la incapacidad física, etc. Un importante elemento a tener en cuenta en
este terreno es el cronológico, lo que dure la nueva situación.
No es igual
adaptarse a una situación transitoria (enfermedad curable) que a una irreparable
(enfermedad maligna y mortal) o bien, definitiva (enfermedades crónicas,
parálisis, amputaciones, etcétera).
Y entre los cambios exógenos o ambientales más comunes se
encuentran todos aquellos que tienen que ver con el ser humano como individuo
social.
Como tal, se ve en el deber, y muchas veces en la obligación, de
adaptarse a una innumerable serie de ambientes y situaciones nuevas: la familia,
la escuela, los estudios, el matrimonio, el embarazo, el trabajo, la ley, la
economía, la nacionalidad, etc.
Y cuando ha conseguido adaptarse, tal vez tenga
la desgracia de perder el objeto que le impulsaba a hacerlo, teniendo que
adaptarse de nuevo a otra situación: la pérdida de un ser querido, el fracaso en
los estudios, el divorcio, el desempleo, el encarcelamiento, la ruina económica,
la emigración, la guerra, los terremotos, etc.
Cuando el ser humano no es capaz de adaptarse a cualquiera de
estos cambios (exógenos o endógenos), sintiéndose inadaptado, puede caer, de no
vencer esta situación, en estados de estrés, neurosis e incluso en reacciones
psicóticas.
Lo realmente importante para la persona inadaptada es la
integración que consciente o subconscientemente hace, en su psiquismo, del
problema.
La inadaptación puede acarrearle desde una simple preocupación a la
más grave depresión, pasando por todos los posibles grados de angustia y
ansiedad. Y no digamos cuando llega al extremo de reacción psicótica: en tal
estado puede producirse una desintegración de la capacidad de pensar con lógica.
Aunque en otros casos, tal vez no menos patológicos, la
inadaptación no ocasiona la más mínima alteración emocional, como ocurre con los
sujetos irresponsables y psicópatas.
Sin embargo, en este caso, es más probable
que la inadaptación sea una consecuencia inevitable de su carácter trastornado.