Domingo significa: "el que está consagrado al Señor", nació en Riva del Piamonte, Italia, el 2 de abril de 1842.
Era hijo de un campesino y desde niño manifestó deseos de ser sacerdote.
Cuando San Juan Bosco empezó a preparar a algunos jóvenes para el sacerdocio, con objeto de que le ayudaran en su trabajo en favor de los niños abandonados de Turín, el párroco de Domingo le recomendó al chico.
San Juan Bosco, en el primer encuentro que tuvieron los dos, se sintió muy impresionado por la evidente santidad de Domingo, quien ingresó en octubre de 1854 en el Oratorio de San Francisco de Sales de Turín, a los doce años de edad.
Se llamaba la Compañía de María Inmaculada.
Sin contar los ejercicios de piedad, el grupo ayudó a Don Bosco en trabajos tan necesarios como la limpieza de los pisos y el cuidado de los niños difíciles.
En 1859, cuando Don Bosco decidió fundar la Congregación de los Salesianos, organizó una reunión; entre los veintidós presentes se hallaban todos los iniciadores de la Compañía de la Inmaculada Concepción, excepto Domingo Savio, quien había volado al cielo dos años antes.
Poco después de su llegada al Oratorio, Domingo tuvo oportunidad de impedir que dos chicos se peleasen a pedradas. Presentándoles su pequeño crucifijo, les dijo: "Antes de empezar, mirad a Cristo y decid: ‘Jesucristo, que era inocente, murió perdonando a sus verdugos; yo soy un pecador y voy a ofender a Cristo tratando de vengarme deliberadamente’. Después podéis empezar arrojando vuestra primera piedra contra mí". Los dos peleadores quedaron avergonzados.
La fuente más importante sobre la corta vida de Santo Domingo Savio es el relato que escribió el mismo Don Bosco.
El santo se esforzó por no decir nada que no pudiese afirmar bajo juramento, particularmente por lo que se refiere a las experiencias espirituales de Domingo, tales como el conocimiento sobrenatural del estado espiritual del prójimo, de sus necesidades y del futuro.
El santo se esforzó por no decir nada que no pudiese afirmar bajo juramento, particularmente por lo que se refiere a las experiencias espirituales de Domingo, tales como el conocimiento sobrenatural del estado espiritual del prójimo, de sus necesidades y del futuro.
En cierta ocasión, Domingo desapareció durante toda la mañana hasta después de la comida.
Don Bosco le encontró en la iglesia, arrebatado en oración, en una postura muy poco confortable; aunque había pasado seis horas en aquel sitio, Domingo creía que aún no había terminado la primera misa de la mañana.
El santo joven llamaba a esas horas de oración intensa "mis distracciones": "Siento como si el cielo se abriera sobre mi cabeza. Tengo que hacer o decir algo que haga reír a los otros."
Don Bosco le encontró en la iglesia, arrebatado en oración, en una postura muy poco confortable; aunque había pasado seis horas en aquel sitio, Domingo creía que aún no había terminado la primera misa de la mañana.
El santo joven llamaba a esas horas de oración intensa "mis distracciones": "Siento como si el cielo se abriera sobre mi cabeza. Tengo que hacer o decir algo que haga reír a los otros."
San Juan Bosco relata que las necesidades de Inglaterra ocupaban un lugar muy especial en las oraciones de Domingo y cuenta que en "una violenta distracción", Domingo vio sobre una llanura cubierta de niebla a una multitud que avanzaba a tientas; entonces se acercó un hombre cubierto con una capa pontificia y llevando en la mano una antorcha que iluminó toda la llanura, en tanto que una voz decía: "Esta antorcha es la fe católica, que iluminará a Inglaterra." A instancias de Domingo, Don Bosco relató el incidente al Papa Pío IX, quien declaró que eso le confirmaba en su resolución de prestar especial atención a Inglaterra.
La delicada salud de Domingo empezó a debilitarse y en 1857, fue enviado a Mondonio para cambiar de aire.
Los médicos diagnosticaron que padecía de una inflamación en los pulmones y decidieron sangrarlo, según se acostumbraba en aquella época.
El tratamiento no hizo más que precipitar el desenlace.
Los médicos diagnosticaron que padecía de una inflamación en los pulmones y decidieron sangrarlo, según se acostumbraba en aquella época.
El tratamiento no hizo más que precipitar el desenlace.
Domingo recibió los últimos sacramentos y, al anochecer del 9 de marzo, rogó a su padre que recitara las oraciones por los agonizantes.
Ya hacia el fin, trató de incorporarse y murmuró: "Adiós, papá ... El padre me dijo una cosa ... pero no puedo recordarla..." Súbitamente su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo, y exclamó: "¡Estoy viendo cosas maravillosas!"
Esas fueron sus últimas palabras.
Ya hacia el fin, trató de incorporarse y murmuró: "Adiós, papá ... El padre me dijo una cosa ... pero no puedo recordarla..." Súbitamente su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo, y exclamó: "¡Estoy viendo cosas maravillosas!"
Esas fueron sus últimas palabras.
Al poco tiempo de su muerte se empezaron a dar los primeros pasos para el Proceso de Beatificación y canonización. La empresa no iba a ser fácil. ¿Podía un joven de 15 años practicar una virtud heroica?
Hasta ese momento la Iglesia no había canonizado a ningún adolescente que no fuera mártir.
Hasta ese momento la Iglesia no había canonizado a ningún adolescente que no fuera mártir.
En 1914 el Cardenal Salotti tiene una entrevista con Pío X, quien había conocido personalmente a Don Bosco, hoy San Pío X. Fue un coloquio histórico.
-"Santidad, le dice el Cardenal-, cuando en febrero se introdujo la Causa de Beatificación, no faltó quien objetara que Domingo Savio era demasiado joven para elevarlo al honor de los altares. Quisiéramos oír su parecer". Pío X no tuvo dificultad en dar su opinión:
-"Es una razón más para canonizarlo. Es tan difícil para un joven practicar de un modo perfecto la virtud. La vida que de él escribió Don Bosco y que he leído, nos ha dado la idea de un joven ejemplar que merece ser presentado como modelo de perfección. Todo lo que se puede decir de bueno sobre Domingo es poco. Empeñaos en adelantar la Causa. Para la vida sencilla de este santo no se necesita mucho estudio. Por eso, no pierdan ustedes el tiempo. Lleven adelante la causa con toda solicitud".
Mientras tanto, muere el Papa Pío X y el nuevo Papa es Benedicto XV.
El Cardenal Salotti, defensor de la Causa, se presenta de nuevo al Papa. Es conmovedor lo que oye de labios de su Santidad:
-"Siendo niño leía con mis hermanos la vida escrita por Don Bosco, ya que mi madre deseaba que nos sirviera de modelo. Esa vida, -continuaba el Papa- está llamada a hacer un gran bien. Será tan interesante y más que la de San Luis de Gonzaga, porque la juventud moderna ya no gusta de santos austeros y, en cambio, sí leerá con gusto la de ese joven que como a ellos, le gusta la alegría y el deporte".
Era la voz de la Iglesia, la voz del Papa. Ya nadie podrá detener la ascensión gloriosa de Domingo Savio hacia la glorificación de los Altares.
El día 4 de abril de l908, se abría en Turín el proceso ordinario informativo sobre la vida, virtudes, fama de santidad y milagros.
El 11 de febrero de 1914 el Papa Pío X firmaba complacido el Decreto para la iniciación del proceso apostólico.
El 9 de julio de 1933 el Papa Pío XI decretaba la heroicidad de las virtudes y Domingo Savio recibía el título de Venerable. El próximo paso sería el de la Beatificación. Y para poder declararlo Beato se necesitaban dos milagros.
El 9 de julio de 1933 el Papa Pío XI decretaba la heroicidad de las virtudes y Domingo Savio recibía el título de Venerable. El próximo paso sería el de la Beatificación. Y para poder declararlo Beato se necesitaban dos milagros.
Las gracias se multiplicaron por todo el mundo. De esos centenares de milagros atribuidos a Domingo Savio, se escogieron dos, que fueron examinados minuciosamente por los peritos designados. Todos sabemos lo difícil que es superar esta prueba. El llamado "abogado del diablo" hace todo lo posible para impedir que la causa siga adelante. Pero la Causa fue adelante y triunfó.
El 11 de diciembre de 1949, la Sagrada Congregación de Ritos aprobó los dos milagros presentados por el Postulador de la Causa y Domingo Savio fue declarado Beato por el Papa Pío XII el 5 de marzo de 1950. He aquí a continuación, brevemente, como sucedieron los milagros.
Marzo de 1927. Sucedió en la provincia italiana de Salerno. El favorecido fue Albano Sabato de 7 años de edad. Enfermó gravemente y el médico Federico Palmieri llamado con urgencia, da el diagnóstico: infección visceral acompañada de complicación renal. A los siete días de enfermedad se complica: septicemia agravada con bronconeumonía bilateral y nefritis. Y más tarde una aguda afección meningea y cerebral llevan al enfermo al borde de la muerte. Albano perdió pronto el conocimiento. Y entró en estado agónico.
La ciencia médica se declara impotente. El doctor Palmieri asegura que el paciente morirá esa noche. Tan seguro estaba que hasta dejó redactado en su casa el certificado de defunción, al tener que ausentarse para hacer una operación.
Al día siguiente la gran sorpresa. El médico corre a la casa del enfermo y encuentra a Albano bueno y sano. ¿Qué había sucedido? Habían colocado en la mesita una imagen del Venerable Domingo Savio, alumbrada con una vela. Otra imagen con una reliquia la pusieron debajo de la almohada.
Invocaron la protección de Domingo con gran fe, e inmediatamente el enfermo comenzó a mejorar. El examen ordenado comprobó la curación completa sin rastro de mal. Albano pudo continuar su vida normal y feliz.
La ciencia médica se declara impotente. El doctor Palmieri asegura que el paciente morirá esa noche. Tan seguro estaba que hasta dejó redactado en su casa el certificado de defunción, al tener que ausentarse para hacer una operación.
Al día siguiente la gran sorpresa. El médico corre a la casa del enfermo y encuentra a Albano bueno y sano. ¿Qué había sucedido? Habían colocado en la mesita una imagen del Venerable Domingo Savio, alumbrada con una vela. Otra imagen con una reliquia la pusieron debajo de la almohada.
Invocaron la protección de Domingo con gran fe, e inmediatamente el enfermo comenzó a mejorar. El examen ordenado comprobó la curación completa sin rastro de mal. Albano pudo continuar su vida normal y feliz.
Marzo de 1936. En Barcelona España, Consuelo Adelantado, de 16 años, oratoriana de las Hijas de María Auxiliadora, a consecuencias de una caída quedó con el codo fracturado ( fractura doble y dislocación ). La cosa se complicó al no acudir enseguida el médico. Cuando la ve el Dr. Pamarola el estado de la enferma había empeorado y se hacía necesaria una operación con muy pocas probabilidades de quedar completamente bien.
La noche del 22 de marzo la niña tiene un sueño. Se le aparece un sacerdote desconocido que le ordena comenzar una novena y poner toda su confianza en este santo. Le asegura, además, que el viernes siguiente estará completamente curada. Cuando al día siguiente cuenta el sueño a las hermanas estas quisieron saber quién había sido el sacerdote del sueño. Le muestran varias fotos. Lo encuentran rápido.
Había sido el sacerdote Juan Cagliero, compañero de estudios de Domingo Savio y más tarde Cardenal de la Iglesia.
La noche del 22 de marzo la niña tiene un sueño. Se le aparece un sacerdote desconocido que le ordena comenzar una novena y poner toda su confianza en este santo. Le asegura, además, que el viernes siguiente estará completamente curada. Cuando al día siguiente cuenta el sueño a las hermanas estas quisieron saber quién había sido el sacerdote del sueño. Le muestran varias fotos. Lo encuentran rápido.
Había sido el sacerdote Juan Cagliero, compañero de estudios de Domingo Savio y más tarde Cardenal de la Iglesia.
La enferma comenzó enseguida la novena. Llegó el viernes 27 y el brazo no había mejorado; seguía pesado y tan hinchado como antes. A las 4 de la mañana, sin perder la fe, invoca fervorosamente al santo y ¡oh maravilla! instantáneamente sintió como si le quitaran un gran peso de encima y empezó a mover el brazo sin dolor alguno. Enciende la luz y ve con sorpresa que la hinchazón ha desaparecido y el brazo está completamente curado. Se levanta, va a misa y cuenta a las hermanas el milagro. Luego se sienta al piano para tocar varios ejercicios sin experimentar la menor dificultad y con una inmensa alegría. ¡Estaba curada!
Esos fueron los dos milagros examinados y aprobados para la Beatificación.
La devoción a Domingo Savio se había extendido rápidamente y en todos los Continentes se habían celebrado actos en su honor. El nuevo Beato era invocado por jóvenes y adultos. Las gracias y milagros se multiplicaron sin cesar. Hacía falta ahora escoger, de entre los numerosos milagros presentados, dos que pudieran servir para la canonización.
Los dos milagros seleccionados tuvieron lugar en Italia, casi inmediatamente después de la Beatificación y como manifestación patente de la voluntad Divina. He aquí la relación de los dos milagros:
La Señora María Porcelli Gianfreda enferma gravemente. El diagnóstico de los médicos Dr. Luciano Monosi y Marino Rizzelli es el siguiente: anemia grave con hemorragia interna. Opinaron que se debía proceder a la operación.
Como buenos católicos llamaron al sacerdote para la administración de los sacramentos. El médico de cabecera ante lo desesperado del caso y viendo con tristeza que seis tiernas criaturas iban a quedar huérfanas tiene una inspiración.
Se acuerda de haber leído el día anterior una biografía de Domingo Savio y recomienda a la familia que invoquen al Santo jovencito. Para Dios nada es imposible.
Todos rezaron con gran fe. A la mañana siguiente, fue declarada fuera de peligro y el examen médico muy cuidadoso constató una perfecta reintegración orgánica. La enferma estaba completamente curada. Desde entonces la Señora ha gozado de perfecta salud.
Como buenos católicos llamaron al sacerdote para la administración de los sacramentos. El médico de cabecera ante lo desesperado del caso y viendo con tristeza que seis tiernas criaturas iban a quedar huérfanas tiene una inspiración.
Se acuerda de haber leído el día anterior una biografía de Domingo Savio y recomienda a la familia que invoquen al Santo jovencito. Para Dios nada es imposible.
Todos rezaron con gran fe. A la mañana siguiente, fue declarada fuera de peligro y el examen médico muy cuidadoso constató una perfecta reintegración orgánica. La enferma estaba completamente curada. Desde entonces la Señora ha gozado de perfecta salud.
En septiembre de 1949 la señora María Antonieta Micelli Miglietta sufre un repentino dolor en la mandíbula superior derecha, que más tarde se extiende a la frente y a toda la cabeza. El diagnóstico es grave: sinusitis maxilar y frontal derechos. Fiebre alta y persistente. Respira con dificultad. Pasa el tiempo.
En enero de 1950 recurre a un especialista. Deciden operarla como último recurso. Llega el día 8 de marzo y por la noche, el esposo de María al regresar de la ciudad, cosa rara, para que la esposa se entretenga, le da un periódico ilustrado. La enferma no está para ver periódicos pero de todos modos lo abre y ve con gran sorpresa la figura de Domingo Savio. Piensa entonces en sus cuatro hijos, en las veces que ella les había narrado la vida de este jovencito. Entonces, inspirada por Dios y con una gran fe, se encomienda a Domingo Savio. Reza a la Santísima Trinidad y pide por la pronta Canonización de Domingo Savio. Enseguida cae en un profundo sueño.
Hacía más de 20 días que no cerraba los ojos, pero duerme hasta el día siguiente: 9 de marzo. Se despierta agitada y nota en la garganta algo que le ahoga. Siente, entonces un fuerte golpe contra la dentadura, en el momento en que ve caer sobre la cama un trozo duro como de arcilla. Enseguida experimenta un alivio extraordinario y continúa durmiendo.
A media mañana, sintiéndose bien se levanta y regresa a los trabajos ordinarios de la casa. Todos han quedado sorprendidos del hecho milagroso.
Era el 9 de marzo, aniversario de la muerte de Domingo Savio. Cuando el cirujano se presentó para hablarle de la operación, encontró a la enferma en perfecto estado de salud.
El examen médico de la enferma constató la perfecta curación.
A media mañana, sintiéndose bien se levanta y regresa a los trabajos ordinarios de la casa. Todos han quedado sorprendidos del hecho milagroso.
Era el 9 de marzo, aniversario de la muerte de Domingo Savio. Cuando el cirujano se presentó para hablarle de la operación, encontró a la enferma en perfecto estado de salud.
El examen médico de la enferma constató la perfecta curación.
Una cosa curiosa llama poderosamente la atención. Todos los milagros los hizo Domingo en el mes de marzo y en favor de niños. A dos, curándolos directamente; y a los otros seis, salvándolos de una orfandad segura y dolorosa.
Estos dos milagros fueron presentados a la Sagrada Congregación de Ritos para su estudio y aprobación. Médicos, especialistas, peritos, abogados, estudiaron los hechos en Roma y en la ciudad donde se habían verificado los milagros.
El 12 de junio de 1954, fecha fijada para la Canonización, Roma se viste de fiesta.
Las trompetas de plata resuenan vibrantes. La voz del Papa Pío XII, proclama ante el mundo cristiano al nuevo santo salesiano, el más joven de la historia de la Iglesia, No Martir, hasta ese momento.
Las trompetas de plata resuenan vibrantes. La voz del Papa Pío XII, proclama ante el mundo cristiano al nuevo santo salesiano, el más joven de la historia de la Iglesia, No Martir, hasta ese momento.